domingo, 30 de septiembre de 2012

Dirán que la lujuria pudo con el huracán


   Siempre caía de las ramas altas por torpeza, no me importaba volver a escalar. Temía escapar sin saber a donde llegar, comer de la rama equivocada, caer en un hoyo, dormir en las hojas que me dejaran caer, y tener que volver y volver, cuando se fueron, mis golondrinas.
   Eras tú, la golondrina más preciosa, con las alas más brillante y esbeltas, tintadas de un azul que se camuflaban en el cielo, revoloteabas sin que yo te viera, pequeña. Era mi mejor amiga, quizás porque, en realidad, no me entendía, o más bien porque nadie más la comprendía, era la única que la esperaba, tan cuidadosamente sentada en tus ramas, grandullón.
   Pausada. Calmada. Apática. Deslumbrante. Sin querer fue arrollada por el huracán, pero ella sigue debajo, escondida, el huracán no es más que una cómoda mecedora que la acuna para que no sufra, solo es coraza, solo se desnuda cuando la miras, grandullón.
    Yo era la golondrina dentro del huracán y tu las horas que consigues despellejarme la coraza, volvieron, como siempre, mis golondrinas.

2 comentarios:

  1. Leer un texto así con una música tan preciosa de fondo y que se me pongan los pelos de punta, eso es lo que ha pasado. Magnífico, de verdad. Te espero :)

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