sábado, 15 de septiembre de 2012

La marea se paró donde nosotros ya no estábamos

Hablabas de ruina y de lágrimas, hablabas de tu miedo a encontrarnos, del mío a no hacerlo. Bebíamos pasando las noches, olvidando las alegrías que habíamos vivido. Malditas sean tus palabras y maldita sea tu boca, que me perdía sin frenos en un bucle de ironías estúpidas. Hablas y hablas sin que yo ya te escuche, olvidas que día es, que ha pasado el tiempo y ya, sin más, salí del huracán que nos envolvía, quedaste solo sin frenos en el frenesí.





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