martes, 11 de septiembre de 2012

Quédate, muy cerca de mí, que si no yo no comprendo nada.

  Una forma diferente de mirarte a los ojos, cuando el color cambia y te quedas hablando completamente sola, como si fuera un "siempre" que se tambalea constantemente. Soy una soñadora experta en imaginarnos a miles de kilómetros luz lejos de aquí pero una aficionada en poner los pies en el suelo. Si me siento mal ya no te llamo porque tengo miedo, ya veo gris, negro, algún color oscuro para describirnos, a veces.
  Parece que las ruedas del reloj se ralentizan para hacer infernales los minutos que pasan, para que las huellas de la playa se vayan borrando, que ya no haya mas despedidas, ni reencuentros, para que ya no haya nada. Sigo gastando rímel y me sigue sobrando pintalabios, echo de menos que me beses como si no hubiera mañana, sin embargo truena, truena como si me tuviera que despedir.
  De repente, me recuerda lo tremendamente especial que soy y lo tonta por pensar lo contrario, ahí, todo vuelve a cobrar sentido, el color vuelve a ser rosa, y sus ojos como los míos, brillan deslumbrando cualquier noche de insomnio. Y es entonces cuando me pregunto que por qué no llegaste antes a mi vida, que no veo el futuro pero pienso que nos augura millones de aventuras que terminan con un gran beso, una caricia y una sonrisa cómplice.




  

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